Proviene de la palabra Chapola, nombre que los caficultores daban al arbusto de café cuando es pequeño, con pocas hojas y menos de 20cm de altura, el nombre chapolero se le dió a las mujeres por su belleza y trabajo de recolectoras, haciéndose popular en los años 40 y 50 en las fondas camineras de la región y hoy aquí.